Sábado 17 de mayo de 2025

El ejemplo que incomoda a la nueva derecha

Kicillof despidió a Pepe Mujica en Montevideo y dejó un mensaje claro: hay otra forma de hacer política, más cercana, más humana y más latinoamericana. El contraste con el mileísmo no necesita subrayados.

Jueves 15 de mayo de 2025

...
Compartir

Axel Kicillof viajó a Uruguay este miércoles para asistir al funeral del expresidente José “Pepe” Mujica. Lo acompañaron sus ministros Carlos Bianco y Andrés Larroque, y el diputado nacional Hugo Yasky. No fue solo un gesto protocolar: fue una señal política. Mientras el Gobierno nacional guarda silencio —o peor, celebra entre líneas— la muerte de una figura clave del progresismo regional, desde la provincia de Buenos Aires se eligió el camino del respeto.

“Sentimos la responsabilidad de venir a traer nuestras condolencias y nuestro respeto al pueblo uruguayo”, expresó el gobernador. Luego fue más allá: “Mujica fue un rioplatense con la mirada puesta en la región, una referencia para pensar de nuevo la Patria Grande”. Su presencia en Montevideo no fue solo institucional: fue también un acto de defensa de una idea de país y de región que hoy el Gobierno nacional desprecia abiertamente.

La respuesta al cinismo libertario

En su discurso, Kicillof aludió a los agravios lanzados por un streamer oficialista que festejó la muerte de Mujica y apuntó sin vueltas: “En nombre mío y de toda la provincia de Buenos Aires pedimos disculpas. Nos avergüenza tremendamente”. No dio nombres, pero tampoco hizo falta.

La escena expone un abismo de valores. Mientras la administración libertaria acumula provocaciones, insultos y shows mediáticos, Mujica representa lo opuesto: humildad, compromiso y coherencia. Donde Milei ve enemigos, Mujica construía puentes. Donde hay gritos, él dejaba silencio. Donde se celebra la muerte, él sembraba humanidad.

Latinoamérica no es el enemigo

Kicillof también aprovechó el momento para marcar una diferencia geopolítica. “Hoy lamentablemente hay dirigentes que tienen la mirada puesta en las grandes potencias antes que en los países que transitan una historia común”, señaló. Una crítica directa al alineamiento automático del mileísmo con Estados Unidos e Israel, en detrimento de cualquier vínculo regional.

“La mayoría del pueblo argentino cree en la unidad latinoamericana y respeta profundamente al Uruguay”, remarcó. Y volvió a dejar en claro que para construir un proyecto nacional hay que empezar por mirar al vecino, no al dueño de la casa ajena.

Mujica, la política como ejemplo

“Los uruguayos deben estar orgullosos de Pepe”, cerró el gobernador bonaerense. “Fue un hombre que trascendió las fronteras y dejó huella por su palabra llena de sabiduría y humildad”. En tiempos de soberbia institucional, negacionismo y desprecio por la memoria, esas palabras pesan más.

El acto de Mujica en vida fue la austeridad. Su legado, la honestidad. En cambio, el mileísmo apuesta al ruido y a la deshumanización. Por eso, su figura incomoda: Mujica no gritaba, no insultaba, no se escondía en dogmas de cartón. Y aun así, o quizás por eso, se ganó el respeto de un continente.